Desde finales del siglo xx viene desarrollándose en todo el territorio nacional una actividad entre los jóvenes a la que ha denominado como “botellón”. Según estudios realizados por sociólogos este fenómeno es definido como la reunión masiva de jóvenes entre 13 y 24 años, fundamentalmente, para consumir grandes cantidades de bebidas alcohólicas que previamente son adquiridas en comercios.
Los autores de este trabajo, recogido en la revista del Colegio Oficial de Psicólogos del Principado de Asturias (Psicothema), confirman que el motivo más aludido por los adolescentes y jóvenes para realizar el botellón es la diversión (75,2%), seguido del ahorro (37,5%) y de poder estar con los amigos (36,3%). Una actividad lúdica que reconoce practicar el 80,4% de los universitarios y el 67% de los adolescentes de entre 14 y 18 años.
Lo que esperan obtener de este consumo es sentirse más habladores (51,2%), desinhibirse (35,4%) y estar eufóricos, "aunque este aspecto deshibitorio es más esperado entre los que cursan estudios en la Universidad que entre los adolescentes". Estos últimos buscan en el alcohol los siguientes efectos secundarios: sentirse bien, confiar más en sí mismos, ser más valientes y relajarse.
Para abaratar el coste de la bebida se consume el alcohol en botellas y tetra brik de aproximadamente un litro de capacidad, con hielo y vasos de plástico antes de dirigirse a pubs, discotecas, o conciertos, donde el precio de las bebidas suele ser considerablemente más caro. Muchos jóvenes optan por la práctica del botellón para evitar el consumo del llamado garrafón, o alcohol adulterado. Se practica principalmente en España, sin apenas distinción alguna por regiones, aunque, dado que es una actividad realizada al aire libre, las condiciones meteorológicas son cruciales para la misma.
Debido a los problemas sociales que empezó a generar este tipo de actividades, el Ministerio del Interior (de quién dependía entonces el Plan Nacional sobre Drogas) propuso en febrero de 2002 la conocida como ley antibotellón, que prohibía el consumo en la calle, regulaba horarios de venta y promoción del alcohol. Ante las resistencias y críticas planteadas, esta ley no se aprobó, y tras la siguiente remodelación ministerial el gobierno socialista abandonó discretamente el proyecto. Sin embargo, diversas Comunidades Autónomas aprobaron por entonces regulaciones que iban en la misma dirección, especialmente en lo referido a limitar los horarios de venta de bebidas alcohólicas en comercios y el consumo de bebidas alcohólicas en la calle, como medida principal.
El Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM) publicó la Ley 2/2012 de 12 de junio de Dinamización de la Actividad Comercial en la Comunidad de Madrid, aprobada en la Asamblea de Madrid el pasado 7 de junio de 2012 y que incluye una modificación de la Ley de Drogodependencias de la Comunidad
Esta modificación entró en vigor el 15 de julio ded 2012 y se refiere a las sanciones previstas por consumo de alcohol en la vía pública, estableciendo multas de 500 euros para los menores de edad. Para los mayores de edad "la sanción aplicable será el doble de la prevista" anteriormente, que oscilaba entre los 300 y los 30.050 euros, por lo que pagarán al menos 600 euros.
Si el infractor hubiera sido sancionado -mediante resolución firme en la vía administrativa- por el mismo motivo en los seis meses anteriores, la multa se elevará en 500 euros por cada una de las reincidencias.
La ley estipula que serán los ayuntamientos los encargados de llevar a cabo el procedimiento sancionador, y no prevé la posibilidad de hacer trabajos en beneficio de la comunidad, como ocurría hasta ahora.
Vivimos en una sociedad en la que todo se celebra con bebidas espirituosas, tanto en el ámbito familiar, como profesional y social, y buena parte de la población considera absolutamente normal ingerir estos productos prácticamente a diario. De hecho, la mayoría de los adolescentes prueban por primera vez el alcohol dentro del seno familiar.
Esa aceptación social hace que los adolescentes puedan conseguir bebidas de este tipo sin demasiadas trabas, ya que en el fondo se piensa que el problema no es para tanto. Sin embargo, la realidad se impone con los siguientes hechos:
Daños colaterales: enfrentamientos con las autoridades, peleas con otros chicos, accidentes de tráfico, intoxicaciones etílicas, ingresos hospitalarios, deterioro de los espacios públicos, multas económicas, agresiones, prácticas sexuales de riesgo, conflictos familiares y enfrentamientos con vecinos o comerciantes.
Daños directos: los que piensan que el alcohol no daña la salud o que sus efectos negativos pasan rápidamente sin dejar huella están completamente equivocados. Las consecuencias son los derivados del malestar del día siguiente: cefalea, molestias oculares, irritación de la mucosa buco-faringea, problemas digestivos, vómitos y problemas motrices.
El etanol (agente tóxico que contienen estas bebidas) se elimina prácticamente en su totalidad en el hígado. En los casos de ingesta abusiva, este órgano no puede manejar tanta cantidad de alcohol, especialmente si son chicas y su constitución es delgada, y los efectos nocivos empiezan rápidamente a hacer mella en el tejido neuronal. Es entonces cuando aparecen los síntomas de la intoxicación etílica: la falta de coordinación, la euforia, la agresividad, el mareo, el dolor de cabeza, los vómitos, la pérdida de consciencia, hasta llegar al coma etílico (sólo en Madrid el pasado año se registraron 10.000 casos) y, en ocasiones extremas, la muerte.
Cabe recordar que un coma inducido por el abuso de alcohol puede provocar síntomas (convulsiones, hipotermina, hipoglucemia...) que si no se atienden correctamente pueden tener un desenlace fatal.
Daños a medio plazo: la mayoría de los especialistas tiene la percepción de que la progresión ascendente en la tasa de fracaso escolar se debe, entre otros factores, a que ha aumentado la ingesta alcohólica a edades demasiado tempranas.
Consumir alcohol de manera frecuente, incluso según el patrón compulsivo de fin de semana que parece haberse impuesto entre los adolescentes, acaba generando tolerancia (cada vez necesitan beber más y con mayor frecuencia para obtener los mismos efectos), lo que establece un criterio diagnóstico que pudiera favorecer el desarrollo de problemas derivados del abuso de alcohol en la edad adulta.
Daños a largo plazo: muchos expertos ya están avisando de que en las generaciones venideras, los sistemas sanitarios tendrán que enfrentarse a una plétora de patologías derivadas del consumo de alcohol "en atracón" ('botellón'); cirrosis, hepatitis, pancreatitis, alteraciones renales, tumores....
El efecto de una borrachera tarda unas tres semanas en desaparecer del hígado. Si la borrachera se produce cada fin de semana los daños se multiplican enormemente.
Daños indirectos: el consumo abusivo de alcohol suele encontrarse en la raíz de muchas enfermedades de transmisión sexual, de agresiones de este tipo, de embarazos no deseados, de contagios del virus del sida... por practicar sexo sin protección.
Con todo lo detallado vemos el doble perjuicio que esta actividad puede generar en nuestros hijos. El primero, y mas importante, el empeoramiento de su salud; y el segundo, lo gravoso de las sanciones administrativas, que en el caso de los menores de edad son los padres los responsables. Pero además, no olvidemos el resto de los problemas que vienen adheridos a la práctica del botellón.
Por eso, no debemos olvidar como padres el diálogo con nuestros hijos, y hacerles ver el riesgo que esta actividad conlleva; y si la practican, que sean conscientes y realicen un consumo responsable. Como ayuda, aconsejamos leer la Guía editada por la Agencia Antidroga, dependiente de la Consejería de Sanidad y Consumo de la Comunidad de Madrid y titulada "Los padres frente al botellón".
Fuentes:
Ayuntamiento de Madrid
Agencia Antidroga de la Comunidad Autónoma de Madrid
Colegio Oficial de Psicólogos del Principado de Asturias